El emir decidió disfrazarse de comerciante e ir a conocer al juez, pero en el camino se vio envuelto en un problema con un mendigo.
Tras la pelea ambos fueron llevados ante el juez que resolvió el problema con rapidez e inteligencia ante el asombro del emir.
El emir le dijo al juez que él no era un comerciante si no que era el emir y que le pidiera lo que quisiera.
El juez le dijo que era suficiente con su agradecimiento entonces el emir le llevó a palacio y le nombró su consejero y contó con él para todos los asuntos importantes del territorio.
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